Como parroquia fue creada el 10 de agosto de 1949, durante la administración municipal del señor Emilio Bowen. Está ubicada a 30 kilómetros desde el centro de Manta y a media hora hacia el sur en la ruta del Spóndylus.
San Lorenzo se encuentra ubicado en el centro del territorio cantonal. La costa tiene altos acantilados, y las entradas y salientes forman las pequeñas ensenadas de Santa Rosa, Las Piñas, Ligüique, La Tiñosa, San Mateo, Santa Marianita. Cerca de la cabecera parroquial de San Lorenzo está una cascada natural muy apreciada por los turistas. Se puede llegar a estos lugares a través de la carretera Costanera( E 15, según la nomenclatura oficial, o Ruta del Sol, como la llaman muchos), construida casi junto al mar. Su fiesta de parroquialización la celebran el 10 de agosto de cada año. Está adornado de peñascos que constituye un adorno para sus habitantes y turistas. San Lorenzo tiene leyendas perdidas que sus antepasados lo recuerdan siempre como por ejemplo El encanto de la piedra monja, El palo de limón de oro, custodiado pos una sirena, Loa peñascos, Santa María, Piedra gorda, etc.
En los últimos años ha comenzado a florecer la actividad turística, que cuenta con varios sitios de hospedaje y pequeños restaurantes con atención permanente. Se ha configurado como un centro turístico de mar y de montaña por su entorno marinero y la influencia del bosque húmedo de Pacoche. Es el lugar donde anidan las tortugas Golfina y cuyo nidos cuentan con protección turística, municipal y gubernamental.
En el mar, los turistas se recrean en sus hermosas y limpias playas, con el maravilloso acantilado, a cuyo faro se llega luego de ascender 500 escalinatas, desde donde se pueden observar las ballenas jorobadas que llegan a aparearse en los meses de julio y octubre.
Desde la cabecera parroquial, los turistas y visitantes recorren varios kilómetros de playas hasta Santa Rosa, en cuyo trayecto pueden degustar todo tipo de platos marinos.
En la montaña, los aventureros pueden visitar Liguiqui, considerado un centro arqueológico o adentrarse por los senderos del bosque húmedo de Pacoche para confundirse con la naturaleza, escuchar los monos aulladores o sorprenderse con las aves del sitio.